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Texto: Javier Dueñas/Juventud Rebelde
Hace unas horas quedó abierta la exposición Dinosaurios en el Parque, que acaso convierta al Parque Almendares en el sitio más visitado por padres y niños en la capital cubana
Vienen de un mundo extinto y perdido en la bruma de los tiempos, muy anterior al momento en que nuestro primer antepasado pisó la Tierra.
Durante los últimos años «escaparon» de sus eras gracias a la pericia y tenacidad de los paleontólogos. También nos los devolvieron la fantasía de algunos escritores y la magia del cine, y recién se añadió otra posibilidad: que la manipulación de material genético permita ver de cerca a dinosaurios y otros animales, como el mamut siberiano.
Aunque está por ver qué ocurrirá con esas intenciones, un lugar en La Habana les dice ahora a niños y jóvenes que no hay que esperar tanto. Un gallimimus que da largas zancadas por el desierto de Gobi, en Mongolia; un anquilosaurio que ordena sus placas de defensa a la espera de un ataque; un triceratops que yace ante un despiadado T rex… todo eso y más puede apreciarse en la exposición Dinosaurios en el Parque, viaje en el tiempo para conocer más sobre esos enigmáticos seres.
Lo que nació hace como regalo para las caras más nuevas —en el ambiente de celebración por los aniversarios de la UJC y los Pioneros—, se convierte poco a poco en atractivo para toda la familia. Se trata de 34 dinosaurios «animatrónicos» bajo cuya piel áspera, grisácea y «creíble» se esconden articulaciones de metal que les permiten mover ojos, cabezas, colas, extremidades…
El encanto llega a más cuando emiten sonidos como los que aparentemente utilizaron millones de años atrás para comunicarse o alertarse del peligro; y la floresta del parque Almendares resulta entorno propicio para imaginarlos moviéndose cuando aún no había continentes —Pangea era toda la tierra emergida— y eran dueños y señores de la vastedad. Así debería ser siempre: todo el conocimiento y el avance técnico de nuestra especie puestos al servicio de la alegría.
Ebrios de gozo unos, entre perplejos y asombrados otros, los niños son los elegidos de esta travesía por la vida que surgió gracias a la colaboración de Venezuela. ¿Qué pensarán al verlos?, se pregunta uno con el sobresalto de que las criaturas los asusten, como se espantó este servidor cuando unas décadas atrás pegó un brinco en la casa ante un dinosaurio «de palo» asomado a la pantalla del Krim 218. Pero estos niños pueden hablar de velocirraptores y saurópodos como si se refirieran a un sinsonte o un delfín. Acaso hayan devorado la serie Parque Jurásico, los programas del Canal Educativo y artículos relacionados en enciclopedias; y esa cercanía permita entender lo que una niña le dijo a una joven guía: «Ay, yo siempre quise un parque así».
Dinosaurios en el Parque no intenta ser el retrato de un mundo anclado en nuestro pasado remoto, sino una manera de pensar en el futuro, en la responsabilidad para salvar nuestro mundo. Esos gigantes de la prehistoria ya no están, y su extinción es una alegoría de lo que le podría pasar a la especie humana si no prevalece la voluntad de cuidar su casa grande.
Puertas abiertas
Esta muestra permanecerá abierta hasta el 15 de septiembre. De miércoles a viernes se podrá apreciar entre 2 y 5 de la tarde, pero los sábados y domingos abre sus puertas entre 10 de la mañana y 5 de la tarde.Para acceder a esta y a su pequeño museo sobre el surgimiento y evolución de la Tierra, —también en el parque Almendares— solo tendrán que abonar cinco pesos MN las personas mayores de 16 años.
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