A solo 261 metros sobre el nivel del mar, al Norte de la ciudad de Holguín, se eleva la Loma de la Cruz.
Según la memoria popular, un joven oficial español, jefe de la guarnición que allí estaba destacada, mantenía un romance furtivo con la esposa del gobernador militar de la región de Holguín. El infeliz matrimonio habitaba en la Casa Consistorial, hoy conocida como "La Periquera", museo provincial de historia.
Los pobladores fueron adornando esta relación hasta convertirla en una leyenda de amor y muerte.
Inventaron un túnel entre La Periquera y la Loma de la Cruz. Por dicho pasadiso se decía que se encontraban a media noche, a mitad del camino, los "atormentados" amantes. Debo decirle que entre la Loma y la Periquera media algo más de un kilómetro, por lo que debería ser valiente en exceso la dama para realizar la pretendida travesía. Cuentan que una noche el gobernador militar descubrió a su esposa en tan comprometedora compañía a mitad del túnel, y allí fueron lapidados los dos, entre gritos y lágrimas. Demás está decirles que el túnel nunca existió, y la supuesta entrada en la Periquera no era más que un aljibe al que le fueron naciendo manantiales, por lo que en tiempos posteriores no se investigó la veracidad del hecho (en parte por el romanticismo lugareño de proteger la leyenda).
Doscientos años después un "buzo" aficionado y voluntario descendió para esclarecer el caso por propia iniciativa, y ganándose la antipatía de los trabajadores del museo, que disfrutaban contando la leyenda.
La Loma de la Cruz toma su nombre de una cruz de madera que existe en su cima, símbolo protector para muchos, depósito de promesas u original ornamento para otros. La primera cruz se colocó en 1790, y fue subida por el fraile Francisco Antonio de Alegría, prior de la comunidad franciscana de Holguín.
A partir de ese momento dejó de conocérsele como "Cerro Bayado" para tomar su nombre actual. El fray Francisco A. de Alegría, que subió el cerro con la cruz a cuestas, instauraron allí las Romerías de Mayo, una fiesta religioso-tradicional española, donde se recuerda la fecha en que
Santa Elena, madre del emperador Constantino el Grande, murió en el calvario atada a una cruz de madera.
En esta fecha se hacía procesión, con una misa, y posteriormente quedaba inaugurada la fiesta que duraba varios días en toda la villa.
A principios del siglo XX, por iniciativa de un vecino llamado Oscar Albanés (historiador y padre de la Bibliotecología holguinera), se llevaron a cabo obras de restauración en las laderas, en la base y en la cima.
La restauración fue realizada por el arquitecto Vicente Biosca, concluyéndose el 3 de mayo de 1950, día en que se colocó la segunda cruz, pues la primera ya estaba muy deteriorada. Estas obras fueron financiadas por los pobladores de la villa, los cuales recurrieron a rifas, colectas, verbenas y demás ingenios.
Con el tiempo esta fiesta religiosa fue volviéndose cada vez más popular, hasta convertirse en lo que Iberoamérica conoce en la actualidad como Romerías de Mayo en Holguín, cita del arte joven y la amistad de los pueblos, donde el lema es “porque no hay hoy sin ayer”. La tercera cruz fue colocada en los primeros años de la década del noventa, pues un rayo seco, de esos que caen solitarios, inesperados y sin tormenta, destruyó la segunda cruz al impactar directamente sobre ella. No faltó quien dijera que “esa cruz de madera no había sido debidamente santificada” por el obispo de la Catedral San Isidoro de Holguín, quien se encontraba enfermo en los días cercanos al 3 de mayo del 50, y no sintiéndose en condiciones de subir el cerro le ofició a
la cruz en la falda de la loma.
Esta tercera cruz, la que vemos hoy, fue construida de caguairán, como la original de 1790, pues esta madera preciosa abundaba mucho en los bosques de la región de Bariay, la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto, según el Gran Almirante Cristobal Colón a su arribo por esas costas.
Pero hubo otra Loma de la Cruz en Holguín. En el siglo XIX un cura conocido como Padre Calderín, apiadado por la cantidad de personas que no podían subir al empinado Cerro Bayado, colocó una cruz menor en el cerro María Ruiz, donde después, cuando no quedaba ni sombra de esa cruz, estuvo la escuela privada católica de la orden de los Hermanos Maristas.
Con del proceso de nacionalización revolucionaria de la década del 60, la escuela pasó al Ministerio de Educación convirtiéndose en la secundaria básica (pública) Juan José Fornet Piña, donde hice mi enseñanza media sin tener la menor idea de lo que ahora les cuento. Fue mucho tiempo cuando leí los estudios de la Doctora Ángela Peña Obregón y revisé los archivos de historia, para un trabajo de la universidad cuando tuve conocimiento de esta curiosidad histórica que solo algunos octagenarios recuerdan.
Cierto es que no hay holguinero que no haya subido la Loma de la Cruz, ni visitante al que no se le recomiende el ascenso.
Con sus 458 escalones, descansos intermedios y bancos incluidos que a mitad del ascenso pueden parecer los más cómodos del mundo, resulta su subida bastante fuerte para los que no están en buena forma física. Pero no se desanime, a la loma se le construyó por la parte trasera una salvadora carretera, por la que puede usted subir sin mayores esfuerzos (en auto, claro) y disfrutar de la buena comida del restaurante que se encuentra en su cima como parte del complejo turístico, y admirar nuestra cuidad desde las alturas.Por ultimo, permítame recomendarle el ascenso por la
escalinata a esta elevación, que le aseguro no olvidará nunca, y que ha sido declarado Monumento Histórico Arqueológico Colonial de la isla de Cuba.
FOTO: Roberto Suárez
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