14 de abril de 2006

Más de un Millón de Pacientes Atendidos


Realizan Acto por el arribo a las cifra de mas de un Millón de pacientes Pakistaníes atendidos por médicos Cubanos en Pakistán.
El Acto se Realizo en el Hospital Cubano de Campaña de Mancera, el cual es uno de los que mayores resultados han tenido hasta la fecha.
Estuvieron en el Acto, por la parte Pakistaní. Farooq Khan Mayor General y Comisionado Federal para la ayuda a los damnificados del terremoto, Shakill, Mayor General de Ejercito Pakistaní.
Por la parte Cubana estuvieron presentes, Bruno Rodríguez, Viceministro Primero de Relaciones exteriores de Cuba, Iván Mora, encargado de negocio de la embajada de Cuba en Pakistaní y el doctor, Juan Carlos Dupuy Núñez, Jefe de la brigada medica Cubana en Pakistán.

14 de febrero de 2006

Ya no somos los mismos


Por Yaima Fontaine Pérez (médico recién graduada, Hospital Integral de Campaña de Mansehra, Pakistán)

Aunque no tengo puntos referenciales anteriores, sé que nuestra misión en Pakistán, es una de las más importantes que han protagonizado los médicos cubanos, y ser partícipe de ella es algo que guardaré con mucho orgullo el resto de mi vida.
Sin dudas, luego de esta experiencia ya no somos los mismos. Partimos llenos de bríos y también de incertidumbres a un país del que solo conocíamos su nombre y la necesidad inminente de ayuda a causa del terremoto.
Las sensaciones que han nacido en este lugar empequeñecen los adjetivos que puedan emplearse para describirlo y la inexperiencia, por ser recién graduada, ha sido un buen complemento para esta brigada que ya es una familia.
Nuestra Mansehra (distrito de la provincia North West Frontier) se ha convertido en una anfitriona gentil. Su clima benévolo nos mantiene, hasta hoy, a salvo del frío insoportable y las nevadas. Su gente humilde ya nos ama, y cada vez más se agrupan en largas filas frente al hospital de campaña, logrando que nuestras notas diarias y corazones se llenen de anécdotas inolvidables.
Bautizamos nuestro campamento como 30 de noviembre, pues llegamos aquí el día 29. En ese entonces apenas éramos unos pocos colaboradores, con solo un par de tiendas levantadas y un hospital de campaña aún sin armar.
Entonces, pusimos nuestras manos inexpertas en la obra y nos convertimos en arquitectos de este pedacito de Cuba, a tantas millas de nuestra tierra, hoy un aliento siempre presente para desarrollar con éxito nuestra misión.
Los días parecen cortos mientras estamos atareados, pero las noches pakistaníes simulan tener un pacto con el tiempo y logran volverse interminables.
Tratamos siempre de arroparnos entre frazadas y libros; con frecuencia, escribimos los correos que enviaremos al día siguiente y revisamos algún tema médico de interés. Otros se reencuentran con sus “musas” antes de conciliar el sueño y escriben poemas.
Antes de dormirme traigo a mi memoria mi hogar, mis padres que, seguramente, muestran ya mi foto junto a un dromedario y otra junto al pequeño Humar, el cual recibí casi agónico en mi consulta porque su madre “no tuvo tiempo de traerlo antes”. Con cuatro meses de nacido, jamás recordará nuestros rostros de satisfacción, mientras lo contemplábamos en la sala de terapia intensiva cuando volvió a sonreír como un niño sano.
Invoco con especial cariño las visitas que hacemos al terreno, a lugares tan lejanos como imborrables. Las personas que encontramos no muestran protocolos, ni recelos. Nos regalan su mejor sonrisa, nos invitan con gestos a pasar a sus hogares, y en pocos minutos transforman su casa en una consulta improvisada, donde a veces vemos cientos de pacientes.
Luego, siempre el té con leche, tradicional y exquisito, el convite al regreso y el agradecimiento eterno que a veces no pueden verbalizar, pero una mano apretada, un rostro emocionado que te llama hermano nos impulsa a ser mejores médicos y personas, porque nada como eso gratifica tanto el alma.
Guía:

23 de enero de 2006

Miradas de un pueblo hermano


Roberto Suárez, Enviado Especial

Estas imágenes, han sido captadas por el lente de mi cámara en Hospitales cubanos de campañas, así como en visita de médicos a las montañas del norte de Pakistán.
Algunos con mirada de asombro, otros con alegría de esperanza. Son todos extremadamente bondadosos, a la mínima señal nuestra de saludo, responden con una sonrisa y un fuerte estrechón de mano. En las entrevistas que se les realizan a muchos de los pacientes nos dicen su eterno agradecimiento a los médicos de Cuba, La mayoría de los paquistaníes no conocen de Cuba pero si de Fidel.
Anciano Espera ser visto por medicos cubanos.













Niño en campamento de evacudos

3 de enero de 2006

Yo también doy gracias a Ala


Palabras de una joven rehabilitadora, que quiso dar sus experiencias para esta página. y si es posible para su publicación en el diario Juventud Rebelde.


Por Yoanka Medina Carrillo (rehabilitadora, Hospital Integral de Campaña de Balakot, Pakistán)
Escribir para la pagina de columnistas de un importante periódico, como Juventud Rebelde, es algo muy difícil para una persona no entendida del asunto, quiero decir profesionalmente; pero si en estas líneas me permiten reflejar vivencias, experiencias, sentimientos y dedicarlas a una persona muy especial en mi vida, entonces me atrevo a hacerlo.
Gabriela, mi hija de dos años, con la alegría de su sonrisa me imprime la fuerza que necesito para estar lejos de ella, de mi familia, y mi Patria. Aquí, en Pakistán, trabajo con todas mis fuerzas para que pequeños como ella tengan, al menos, la posibilidad de sonreír.
Me refiero a los infantes pakistaníes y porque no?, a toda la población de esta nación que quedo muy afectada luego del terremoto, especialmente en Balakot, donde está situado nuestro hospital de campaña, numero 14, que lleva el nombre de Amistad Cuba-Pakistán.
Aquí integro el grupo de rehabilitadores y gracias a mi profesión tengo el privilegio de poder ayudar a muchas personas infelices, que hoy se asombran cuando los médicos cubanos los asisten de manera gratuita lo mismo en sus propias comunidades que en nuestra instalación medica.
Lo humilladas que están las mujeres, su ignorancia y el desamparo espiritual que poseen es algo que me llevare impreso por siempre en mi memoria, así como el desprecio notable de los hombres por quienes no nos cubrimos el rostro y llevamos el pelo suelto, tal y como preferimos las cubanas, aunque todas respetamos sus costumbres.
Todo esto nos hace ver cuán diferentes son nuestras culturas y, doy gracias a Ala, como dijera algún pakistaní, por tener la Revolución que hemos construido en Cuba.
El encuentro con estas personas tan necesitadas me fortalece como ser humano y como profesional.
Durante los días transcurridos ya nos hemos ganado el respeto y el cariño; por ejemplo en una de las comunidades donde hacemos terreno nos han acogido con gran amor. Esa población la hemos hecho nuestra, y de una forma muy respetuosa logramos traspasar los tabúes de la cultura islámica, referente a que un hombre solo pueda ser atendido por una persona de su mismo sexo y viceversa.
Allí realizamos terapias grupales dirigidas especialmente a los niños; tales actividades tienen fines recreativos y sirven para crear habilidades a través del juego. Se trata de reincorporarlos a la vida con más alegría y menos sufrimiento por las perdidas familiares y materiales que han padecido por el terremoto. Esto constituye la esencia de nuestro trabajo en un lugar distante como Pakistán, lejos de las personas que quiero y me quieren; de las costumbres que añoro, de la cultura que amo. Tengo la satisfacción de que cumpliré el deber encomendado y serviré de ejemplo y orgullo a mi ángel, a mi Gabriela, de quien estoy segura formara la Revolución Cubana, y un día, como yo, ayudara a los pueblos necesitados.
Si estas líneas me permiten hacer una despedida y formular un agradecimiento, ellas estarán dirigidas a mis compañeros de trabajo, a los médicos que me rodean en el campamento y a la Revolución por permitirme tal realización.