23 de enero de 2006
Miradas de un pueblo hermano
Roberto Suárez, Enviado Especial
Estas imágenes, han sido captadas por el lente de mi cámara en Hospitales cubanos de campañas, así como en visita de médicos a las montañas del norte de Pakistán.
Algunos con mirada de asombro, otros con alegría de esperanza. Son todos extremadamente bondadosos, a la mínima señal nuestra de saludo, responden con una sonrisa y un fuerte estrechón de mano. En las entrevistas que se les realizan a muchos de los pacientes nos dicen su eterno agradecimiento a los médicos de Cuba, La mayoría de los paquistaníes no conocen de Cuba pero si de Fidel.
Anciano Espera ser visto por medicos cubanos.
Niño en campamento de evacudos
3 de enero de 2006
Yo también doy gracias a Ala
Por Yoanka Medina Carrillo (rehabilitadora, Hospital Integral de Campaña de Balakot, Pakistán)
Escribir para la pagina de columnistas de un importante periódico, como Juventud Rebelde, es algo muy difícil para una persona no entendida del asunto, quiero decir profesionalmente; pero si en estas líneas me permiten reflejar vivencias, experiencias, sentimientos y dedicarlas a una persona muy especial en mi vida, entonces me atrevo a hacerlo.
Gabriela, mi hija de dos años, con la alegría de su sonrisa me imprime la fuerza que necesito para estar lejos de ella, de mi familia, y mi Patria. Aquí, en Pakistán, trabajo con todas mis fuerzas para que pequeños como ella tengan, al menos, la posibilidad de sonreír.
Me refiero a los infantes pakistaníes y porque no?, a toda la población de esta nación que quedo muy afectada luego del terremoto, especialmente en Balakot, donde está situado nuestro hospital de campaña, numero 14, que lleva el nombre de Amistad Cuba-Pakistán.
Aquí integro el grupo de rehabilitadores y gracias a mi profesión tengo el privilegio de poder ayudar a muchas personas infelices, que hoy se asombran cuando los médicos cubanos los asisten de manera gratuita lo mismo en sus propias comunidades que en nuestra instalación medica.
Lo humilladas que están las mujeres, su ignorancia y el desamparo espiritual que poseen es algo que me llevare impreso por siempre en mi memoria, así como el desprecio notable de los hombres por quienes no nos cubrimos el rostro y llevamos el pelo suelto, tal y como preferimos las cubanas, aunque todas respetamos sus costumbres.
Todo esto nos hace ver cuán diferentes son nuestras culturas y, doy gracias a Ala, como dijera algún pakistaní, por tener la Revolución que hemos construido en Cuba.
El encuentro con estas personas tan necesitadas me fortalece como ser humano y como profesional.
Durante los días transcurridos ya nos hemos ganado el respeto y el cariño; por ejemplo en una de las comunidades donde hacemos terreno nos han acogido con gran amor. Esa población la hemos hecho nuestra, y de una forma muy respetuosa logramos traspasar los tabúes de la cultura islámica, referente a que un hombre solo pueda ser atendido por una persona de su mismo sexo y viceversa.
Allí realizamos terapias grupales dirigidas especialmente a los niños; tales actividades tienen fines recreativos y sirven para crear habilidades a través del juego. Se trata de reincorporarlos a la vida con más alegría y menos sufrimiento por las perdidas familiares y materiales que han padecido por el terremoto. Esto constituye la esencia de nuestro trabajo en un lugar distante como Pakistán, lejos de las personas que quiero y me quieren; de las costumbres que añoro, de la cultura que amo. Tengo la satisfacción de que cumpliré el deber encomendado y serviré de ejemplo y orgullo a mi ángel, a mi Gabriela, de quien estoy segura formara la Revolución Cubana, y un día, como yo, ayudara a los pueblos necesitados.
Si estas líneas me permiten hacer una despedida y formular un agradecimiento, ellas estarán dirigidas a mis compañeros de trabajo, a los médicos que me rodean en el campamento y a la Revolución por permitirme tal realización.